El papa Francisco reclamó ayer una Iglesia que rompa con su actual encierro y se abra más al mundo.
El pontífice advirtió ayer que el Espíritu Santo "salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto", e "impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio".
El papa presidió la Eucaristía celebrada en la plaza de San Pedro en la solemnidad de Pentecostés con los movimientos eclesiales, comunidades y asociaciones que sumaron unas 150.000 personas y que ayer participaron en la Vigila y en la procesión a la Tumba de San Pedro.
Durante su homilía, el papa recordó la escena del Cenáculo en Jerusalén y el episodio de "las lenguas como llamaradas", que se dividían y se posaban encima de cada uno de los apóstoles.
Tres valores claves
A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, quiso reflexionar el pontífice sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión.
“La novedad nos da un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control. Y esto nos sucede también con Dios”, dijo.
El papa añadió: "Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos".
"Preguntémonos -continuó-, ¿Estamos abiertos a las sorpresas de Dios? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta?".
La segunda idea es, explicó el papa Francisco, que el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en la Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones. Sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, “porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía".
Por último, el papa recordó que los teólogos antiguos decían que el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar y la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. “Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos adelante”, aseveró
ANÁLISIS
Francisco está reclamando una Iglesia más dialogante
Xavier Albó / Sacerdote Jesuita
El papa Francisco sigue dando señales de cambio muy importantes en una Iglesia que todavía está muy encerrada en sí misma. En vez de ser involucionista, que se abra al mundo. Creo que hasta el momento, la evaluación de la gestión de Francisco es muy positiva.
Los primeros símbolos que ha mostrado fueron de apertura, comenzando por el mismo hecho de ponerse de nombre Francisco en referencia a Francisco de Asís, un santo que fue muy humilde, ganó a los pobres y a la madre naturaleza con el amor de Dios.
Lavar los pies, no de autoridades, sino de niños entre los que estaban dos chicas islámicas. Todas fueron señales de apertura. Ahora, le queda la tarea más grande, más difícil, que será enfrentar la renovación de la curia romana.
En este marco, ha comenzado a colocar a personalidades destacadas que están en esta línea de cambio y de apertura.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que venimos de una estructura anquilosada durante siglos, por lo que la tarea no será sencilla. En eso, creo que todos podemos aportar como miembros de la Iglesia, darle fuerza al fuego del Espíritu Santo tal como plantean las palabras que pronunció Francisco en esta jornada.
En lo que tiene que ver con la Iglesia-poder, Francisco intentará bastante más que los anteriores papas, Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) y Juan Pablo II (Karol Wojtyla). Muy lejos no sé si llegará, porque el poder exige que el papa debe vigilar la doctrina, en esto yo no creo que ceda tanto. Sí espero que sea dialogante con los distintos. Francisco parece más decidido que Ratzinger para cumplir con la tarea de ejecutar el Concilio Vaticano II, el gran proyecto reformador de la Iglesia que quedó inconcluso. Pero a dónde apuntará esta labor y hasta qué punto cambiará muchas cosas, no lo sabemos
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